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Cuidado con lo que comunicas cuando no hablas


El lenguaje de nuestro cuerpo, ese que no necesita palabras, es una de las varias formas que tenemos los seres humanos para comunicamos. Con el movimiento de las partes de nuestro cuerpo comunicamos preferencias, angustias, temores y todo tipo de emociones, que pueden ser reflexivos o no, pero que sí no son controlados pueden proyectar algo que no quisimos decir de manera verbal. ¿Somos conscientes de lo que proyectamos y comunicamos con nuestro cuerpo y lo que interpretan nuestros interlocutores? “No siempre. Sí bien controlamos las palabras que emitimos, no siempre pasa lo mismo con los movimientos de nuestras manos, la mirada, el torso y cualquier parte del cuerpo” Nos cuenta Mariela Giorgi de Municipalidad de Avellaneda. En este sentido hay que ser más cautelosos con los movimientos que realizamos que con las palabras que pronunciamos. Es pertinente destacar que mucho del lenguaje corporal o comunicación no verbal varía con la geografía y por ende con la cultura, sin embargo, existen patrones que son universales y pueden ayudar a comunicarnos de manera asertiva. Nuestros gestos en general, son una herramienta muy poderosa sí sabemos utilizarlos de manera adecuada. Crear coherencia entre lo que pensamos con lo que decimos y que los movimientos de nuestro cuerpo contribuyan de manera adecuada no es nada fácil y es todo un arte. Mariela Giorgi de Usina Digital nos destaca algunos puntos que pueden ayudar a potenciar nuestra forma de comunicarnos de manera no verbal.

  1. La necesidad de mantener un territorio propio es genético. Todos tenemos un espacio vital en el cual dejamos que entre otra persona o no. Es así, que sí en un encuentro no estás seguro, mantén siempre una distancia considerable entre el interlocutor y tú; un brazo de distancia es lo recomendable. No invadas el espacio personal, a no ser que estés muy seguro de que lo que haces es apropiado. La cultura latina permite mayor proximidad.

  2. Un apretón de manos o un brazo alrededor de los hombros de nuestro interlocutor puede expresar más que mil palabras, sin embargo, este contacto debe producirse en el momento y el contexto adecuado, ya que si no se toman en cuenta los aspectos anteriores podemos ser rechazados. Existen personas que tocan de manera compulsiva, esto es un error y puede dañar la comunicación.

  3. El rostro que mostramos al mundo es raramente nuestro verdadero rostro. Existen momentos excepcionales en los que descuidamos las mascaras y nuestros verdaderos “yos” se nos escapan. Un buen inicio en cualquier relación es una sonrisa franca. La sonrisa simboliza agrado, simpatía, complicidad y aprobación a lo que el otro dice.

  4. Debemos recordar que existe una íntima relación entre el lenguaje corporal y lenguaje hablado, ambos están estrechamente ligados y dependen uno del otro. Sin embargo, el lenguaje hablado no es suficiente para darle un sentido completo a lo que se pretende decir ni tampoco lo hará el lenguaje corporal per se.

  5. Tenemos que ser auténticos y no reproducir las conductas de otros. En ocasiones tratamos de imitar como otros hablan o caminan, sin embargo, mucho de la confianza va aunada a un estilo propio. Encuentra el tuyo.


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